Por Pablo Malo

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Las ofertas sexuales a hombres y mujeres

 

En esta entrada voy a plantear que la sexualidad de hombres y mujeres es diferente y que un mismo acto puede ser juzgado de forma diferente por un sexo o el otro. Esto tiene importantes consecuencias legales y morales que vamos a analizar. ¿Son igual de receptivos hombres y mujeres a las ofertas sexuales? Hay un estudio clásico de Russell Clark y Elaine Hatfield, de 1989, que encuentra que no. Estudiantes de la clase de Russ Clark se acercaron a hombres y mujeres atractivos diciéndoles:

 

“Me he fijado en ti en el campus y te encuentro muy atractivo/a”,

y a continuación les preguntan una de estas tres cosas:

1- ¿Quieres salir conmigo esta noche?
2- ¿Quieres venir a mi apartamento?
3- ¿Quieres acostarte conmigo esta noche? 

las respuestas fueron:

1- 56% de las mujeres, Si; 50% de los hombres Si
2- 6% de las mujeres, Si; 69% de los hombres Si
3- 0% de las mujeres, Si; 75% de los hombres Si 

 

Clark y Hatfield encontraron resultados similares en un segundo experimento y  enmarcaron estos comportamientos dentro del punto de vista evolucionista que dice que los costes del sexo no son iguales para hombres y mujeres y por lo tanto las mujeres tienen que ser más selectivas.

Otros estudios replicaron los hallazgos lo cual parece que no gustó en ciertos círculos donde se cree que no hay diferencias psicológicas entre hombres y mujeres y en 2011 la psicóloga Terri Conley realizó un estudio donde explicaba estas diferencias de aceptación de ofertas sexuales en base a que la oferta de un extraño era más peligrosa para las mujeres y también observó que si el/la que propone el encuentro sexual es un famoso, (una «celebrity»), como Johnny Deep para ellas, entonces hombres y mujeres aceptan la oferta en igual medida. Conley atribuía las diferencias, por tanto, a la socialización y no a diferencias biológicas.

Pero los resultados de Conley pueden explicarse fácilmente en términos evolucionistas. Se sabe que las mujeres no buscan lo mismo en los hombres para relaciones de corto y de largo plazo. A largo plazo buscan más inteligencia, una buena personalidad, recursos, etc., pero a corto plazo buscan principalmente buenos genes, es decir, hombres muy atractivos y masculinos. Las celebridades han demostrado que tienen buenos genes, son triunfadores y por lo tanto tener un hijo con un triunfador es una buena opción para multiplicar nuestros genes. Es por esto que a Sandokan o a Julen Guerrero las fans les gritaban: “Sandokan, Julen, queremos un hijo tuyo” y es por esto que si leemos las biografías de Rod Stewart, Mick Jagger o Robert Plant vemos que su problema no era, precisamente, encontrar chicas con las que acostarse. En cuanto a la peligrosidad, el varón que se cree la oferta para acostarse en su apartamento de una chica atractiva y que cree que acompañarla a su piso no implica riesgos, no sé en qué mundo vive, porque es muy probable que le estén tendiendo otra trampa. Otra cosa es que a los hombres no les importe correr ese riesgo, pero eso es de lo que estamos hablando. Así que lo que propone Conley es como si dijéramos que los hombres comen más comida de cualquier tipo que las mujeres y Conley nos contesta que si es caviar y es a las 8 de la tarde las mujeres también comen mucho…Precisamente lo que tenemos que explicar es la poca selectividad que aplican los hombres. Para una crítica del estudio de Conley ver este comentario.

Hay otro experimento no publicado en revistas peer review y al que no podemos dar la categoría de científico ni mucho menos pero que es ilustrativo para el tema de esta entrada. Es bastante frecuente por lo visto que en sitios de citas de Internet y en otros foros los hombres manden fotos no solicitadas de sus genitales a mujeres, así que una mujer decidió hacer lo mismo pero al revés y envió fotos de sus genitales a más de 40 hombres a los que había conocido por medio de la aplicación de citas Bumble. La mujer quería darles una lección sobre el acoso sexual y que vieran lo invasivo que es recibir ese tipo de mensajes. Pero los hombres no reaccionaron con asco y horror, como suelen hacer las mujeres, sino que estaban encantados y divertidos y todos ellos dispuestos a salir con la chica.

 

La conclusión

 

que podemos sacar de lo tratado hasta ahora es que la respuesta a ofertas sexuales de hombres y mujeres es diferente y que el mismo acto puede ser juzgado de una manera muy diferente por un sexo o por el otro. Si las mujeres no desean ofertas sexuales se pueden sentir ofendidas y acosadas por dichas ofertas. Si los hombres están deseando recibir esas ofertas, las van a vivir como algo positivo.

Este hecho tiene importantes consecuencias legales y morales. Vamos a abordar las legales en primer lugar. Existen datos, y ahora me estoy refiriendo de nuevo a estudios en revistas revisadas,  de que las mujeres perciben un mayor rango de conductas como acoso sexual que los hombres. Rotundo y cols. realizaron un metaanálisis de 62 estudios sobre el asunto (en el mundo laboral) y encuentran una diferencia media de 0,30 en lo que hombres y mujeres consideran acoso. No es una diferencia muy grande pero en algunas de las conductas analizadas las diferencias son mayores que en otras. Y las diferencias más grandes se dan en las conductas más leves como bromas sobre estereotipos sexuales o gestos obscenos o conductas derogatorias no dirigidas a la mujer en concreto. También había mayores diferencias en la insistencia para pedir una cita y en contactos físicos no sexuales.

 

Consecuencias para la aplicación de las normas jurídicas

 

Esto es importante porque los tribunales definen acoso sexual como “ conducta física o verbal de naturaleza sexual que interfiere con el trabajo de una persona o crea un ambiente de trabajo hostil o intimidante”. En la jurisdicción anglosajona se divide el acoso en la modalidad “quid pro quo” que consiste eh que la mujer tenga que aceptar avances sexuales para ser promocionada o no despedida. La otra modalidad es la de “ambiente hostil” que consiste en que el ambiente de trabajo esté impregnado de insultos, intimidación o ridículo. Los tribunales han considerado acoso conductas que van desde la violación hasta bromas sexuales, fotos o dibujos con contenido sexual, declaraciones románticas, lenguaje vulgar o incluso halagos bien intencionados. En el Código Penal español se define la conducta como la de solicitar

«favores de naturaleza sexual, para sí o para un tercero, en el ámbito de una relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual, y con tal comportamiento provocare a la víctima una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante, será castigado, como autor de acoso sexual, con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses»

Pero la cuestión es desde qué perspectiva deben evaluar los tribunales si las circunstancias crean un ambiente hostil de trabajo o una «situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante». Si los jueces se guían por la perspectiva de la “persona razonable” en similares circunstancias (a lo que haría referencia el carácter «objetivo» y «grave» de la intimidación o de la humillación a los que se refiere el precepto del Código Penal), el problema es que cuando hablamos de sexo la perspectiva de hombres y mujeres no es la misma y no existe la “persona razonable”, sólo el “hombre razonable» y la “mujer razonable”.  Esto ha llevado a que los tribunales tomen la perspectiva de la “mujer razonable”  asumiendo que para valorar si ha habido acoso los jueces deben tomar la perspectiva de la acosada, mujer en la mayoría de los casos. Pero también se ha propuesto que esto es injusto para los hombres porque no tiene en cuenta su punto de vista.

Tenemos otros estudios que nos aportan información muy importante. Son estudios (Abbey, 1982 1987) que encuentran que los hombres perciben más interés sexual en las mujeres del que realmente tienen. En el primer experimento de Abbey  hombres y mujeres observaban una interacción entre un hombre y una mujer y  los hombres veían a la mujer como más seductora y más atraída por el hombre que las mujeres. Los hombres perciben conducta amistosa de las mujeres como sexual y las mujeres perciben conducta sexual por parte de los hombres como amistosa lo cual da pie a malentendidos. Si una mujer percibe el interés sexual de un hombre como amistad reaccionará con más amistad, lo que puede llevar al hombre a pensar que es una respuesta positiva a su interés sexual y llevarle a más avances sexuales.

Es muy famoso lo que ocurrió en los supermercados británicos Safeway en 1998. Ese año Safeway cambió su política con el “servicio superior al cliente” que consistía en que las cajeras tenían que sonreír a los clientes, realizar contacto visual y llamarlos por su nombre. Varias cajeras denunciaron acoso sexual porque algunos hombres tomaron esa conducta como flirteo y reaccionaron con proposiciones sexuales, demandas de citas, etc. Hubo discusión entre Safeway y sus empleados y al final se cambió la política de atención al cliente. Un hallazgo que se ha replicado también es que una mayoría de mujeres se ofendería por proposiciones sexuales en el trabajo mientras que una mayoría de hombres se sentiría halagado (Gutek, 1985). Es decir, donde un hombre ve una oportunidad una mujer ve peligro. Por último, vamos a tratar

 

la cuestión moral.

 

La regla de oro de la moral es un principio moral que puede expresarse como “trata a los demás como querrías que te trataran a ti (en su forma positiva) o no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti (en su forma negativa). Es una regla importante en nuestra cultura por la relevancia en nuestra ética de la figura de Kant y su imperativo categórico pero esta regla se encuentra en formulaciones parecidas en todas las culturas. Pero como hemos argumentado en este artículo esta regla no es aplicable a las conductas sexuales humanas. En resumen, la sexualidad de hombres y mujeres es diferente lo que nos plantea problemas en la vida diaria y a nivel legal y moral. No es fácil resolverlos aunque parece que la tendencia actual va en la línea de considerar como estándar o normal la sexualidad de las mujeres.

 

Referencias:

 

Abbey A (1982).Sex differences in attributions for friendly behavior: do males misperceive females´friendliness? Journal of Personality  and Social Psychology 42: 830-838; Abbey A. (1987). Misperception of friendly behavior as sexual interest: a survey of naturally occurring incidents. Psychology of Women Quarterly 11: 173-194; Browne KR (2006) Sexc. power and dominance: The evolutionary Psychology of Sexual Harassment.Managerial and Decision Economics 27: 145-158; Clark RD III& Hatfield E(1989). Gender differences in receptivity to sexual offers Journal of Psychology & Human sexuality, 2,39-53Conley, TD (2011) Perceived proposer personality characteristics and gender differences in acceptance of casual sex offers. Journal of Personality and Social Psychology 100, 309-329; Gutek (1985). Sex and the workplace: the impact of sexual behavior and harassment on women, men and organizations. Jossey-Bass: San Francisco, CA; Rotundo M, Nguyen DH y Sackett P (2001). A meta-analytic review of gender differences in perception of sexual harassment. Journal of Applied Psychology 86, nº5, 914-922


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