Por Jesús Alfaro Águila-Real

 

En otras entradas hemos explicado por qué el seguro es eficiente. Al agrupar los riesgos a los que está sometido un grupo y transferirlos, del individuo que lo soporta, al grupo – o a la compañía de seguros – el riesgo pasa de donde cuesta más soportarlo – en el individuo, porque es averso al riesgo – a donde cuesta menos – en el grupo que es neutral al riesgo -. En la tesis doctoral de Daniel J. Clarcke Insurance Design for Developing Countries Universidad de Oxford 2011 (y aquí una presentación) se explica por qué los agricultores, en los países pobres, demandan menos seguro del que sería eficiente.

Hay dos razones: que la cobertura del seguro no es completa, es decir, el asegurado no recibe la indemnización en cualquier caso en el que se pierda la cosecha, de manera que los agricultores más aversos al riesgo no contratarán el seguro porque, al coste de la prima, se añade el riesgo de que el siniestro realmente acaecido (un vecino le quema la cosecha, en lugar de un granizo destruirla) no esté cubierto por la póliza. La segunda es que, como en el caso de los swaps, el contrato de seguro es típicamente injusto desde el punto de vista actuarial”, es decir, la prima es superior al “valor” de la indemnización esperada porque el asegurador ha de sufragar sus gastos y obtener beneficios.  O sea que los muy aversos al riesgo y los neutrales al riesgo no se aseguran.  El problema más gordo es que no sabemos cuál es el nivel racional de aseguramiento.

El rompecabezas ha surgido cuando se han empezado a ofrecer a los campesinos de países pobres derivados con función de aseguramiento. A diferencia de un seguro de cosechas, en el cual, el asegurador garantiza al campesino un determinado nivel de ingresos (la indemnización se paga cuando se producen pérdidas), el derivado protege al campesino solo frente a riesgos concretos: que haya sequía definida como un volumen de lluvia en ese año inferior a la media. El campesino paga una prima cuando la cantidad de lluvia es igual o mayor a la media y recibe una cantidad prefijada cuando la lluvia es inferior. El derivado basado en el tiempo es más eficiente que un seguro porque éste presenta unos elevados riesgos de azar moral, selección adversa etc lo que lo hace muy costoso. Pero los campesinos no parecen querer contratar el derivado en la medida esperada.  Así, en la India, «sólo entre el 5 y el 10 % de los hogares en las áreas estudiadas compraron la cobertura a pesar de afirmar que la sequía era el riesgo más importante que sufrían». Y, además, son los más aversos al riesgo los que menos se aseguran. Las explicaciones han ido desde los que afirman que es un problema de incertidumbre respecto a la indemnización (sobre si se cobrará y sobre la cuantía, sobre el riesgo cubierto, sobre cuándo se cobrará) a los que afirman que se trata de un problema de limitaciones presupuestarias de los campesinos pobres.

El autor explica este nivel tan bajo de aseguramiento por el tipo de producto de seguro que se ofrece: derivados en lugar de seguros. La posibilidad de que el asegurado no sea indemnizado está presente en cualquier contrato de seguro, bien porque el siniestro esté excluido de la cobertura, bien porque la compañía de seguros devenga insolvente o incumpla dolosamente el contrato. Según los modelos, este “riesgo de incumplimiento del contrato de seguro” en los términos que utilizan los economistas (porque si el siniestro no está cubierto y la compañía no paga no puede hablarse de incumplimiento en sentido jurídico) afecta a la demanda de seguro y afecta de forma diferente en función de la mayor o menor aversión al riesgo de los asegurados. Cuando, en lugar de un seguro que cubre las pérdidas de cosecha, se ofrece un derivado que cubre la sequía, la reducción de la demanda de seguro es mucho mayor. El autor concluye que si el precio del derivado es más de 1,75 veces la indemnización esperada, no es racional para el campesino contratarlo y, parece, que los productos ofrecidos en la India, por lo menos, están por encima de esa proporción.  La demanda de aseguramiento es inferior a la óptima tanto para el que es neutral al riesgo porque su ingreso medio baja como para el que es muy averso al riesgo para el que el derivado reduce el ingreso mínimo posible. Solo adquieren el seguro los que tienen niveles intermedios de aversión al riesgo. 

El autor propone utilizar el seguro colectivo (asegurar a todos los campesinos de un pueblo) y dejar en manos de los campesinos la distribución entre ellos de la indemnización. Se trata de aprovechar los mecanismos de colectivización del riesgo informales (la cooperación entre los habitantes del pueblo o la comunidad, las donaciones recíprocas y las contribuciones, por ejemplo, a los funerales) y completarlos con mecanismos formales – seguros – que no existen en países en desarrollo porque se necesita una mayor diversificación de la que puede ofrecer el pueblo. Piénsese en el riesgo de sequía. Si hay sequía, el siniestro afecta a todos los campesinos de la zona, por lo que no podrán apoyarse unos en otros para enjugar las pérdidas.  La propuesta es, en realidad, la de dejar que los habitantes del pueblo se aseguren unos a otros y que aseguren los riesgos no diversificables pagando una prima colectiva y recibiendo una indemnización colectiva que se repartirán después entre ellos. En definitiva, un mecanismo semejante al reaseguro.


Foto: @thefromthetree