Por Segismundo Álvarez con Enrique Fernández-Sordo

 

No sabemos ni cómo llamar a la nueva Ley que regula las modificaciones estructurales, pues no es más que el Libro I del RDL 5/2023, de 28 de junio, publicado el 29 en el BOE. Para simplificar -y recordar que es un Decreto Ley- llamaremos “LME” a la Ley 3/2009, y “RDLME” a la parte del RDL 5/2023, que regula las modificaciones estructurales.

La cuestión más urgente es como se aplican las normas transitorias, y es compleja porque hay que combinar varias normas.

Por un lado, tenemos la DT 1ª, que es la que propiamente regula la cuestión:

Las disposiciones del libro primero del presente real decreto-ley se aplicarán a las modificaciones estructurales de sociedades mercantiles cuyos proyectos no hubieren sido aún aprobados por las sociedades implicadas con anterioridad a la entrada en vigor de este real decreto-ley.”

Por otro, la DF 9ª, que establece la entrada en vigor del RDLME y dice:

El presente real decreto-ley entrará en vigor el día siguiente al de su publicación, excepto las previsiones del libro primero y del título VII del libro quinto, que entrarán en vigor al mes de su publicación en el «Boletín Oficial del Estado».

Aquí surge la primera duda: cuando la DT 1ª se remite a la entrada en vigor del RDL, ¿Se refiere a la regla general (el día siguiente de su publicación en el BOE) o a la norma especial para el Libro I (al mes siguiente a la publicación)?

Literalmente podría entenderse que se refiere a la primera, pues es la fecha de entrada en vigor del RDL. También el preámbulo dice que se aplican las reglas del RDLME a las operaciones pendientes de aprobación “a la entrada en vigor” del RDL.

Sin embargo, creemos que la remisión es a la entrada en vigor del libro I (29 de julio) porque el bloque sobre modificaciones estructurales es autónomo respecto del resto y tiene su propia norma de entrada en vigor, y por tanto se debe aplicar esta fecha como regla especial. Además, hay que tener en cuenta una tercera regla que es la disposición derogatoria única del RDL, que deroga la LME desde su entrada en vigor. Si el proyecto se aprueba entre el 30 de junio y 28 de julio no estaría sometido a la LME pero tampoco al RDLME, pues la nueva regulación no entra en vigor hasta el 29 de julio (y eso con independencia del problema de quien aprueba que tratamos a continuación). Esto es contrario a la naturaleza de cualquier norma de derecho transitorio, que no puede dejar supuestos a los que no se aplique ninguna de las normas. Por tanto, hay que entender que la remisión es a la entrada en vigor del Libro I, y que si el proyecto ha sido aprobado antes del 30 de julio de 2023, la operación se regirá por la LME.

En todo caso, la duda fundamental que plantea la DT 1ª es si cuando se refiere a la aprobación del proyecto se trata de la aprobación por el órgano de administración o por la Junta.

El proyecto se elabora y suscribe por el órgano de administración (art 30 LME y art. 4 RDLME). Es decir, que existe una aprobación por el órgano, aunque no pueda hablarse de acuerdo si se trata de un órgano unipersonal. En cambio, conforme al tenor literal de la LME, la Junta o Juntas Generales habían de aprobar la modificación estructural en sí, pero no el proyecto, sino basarse en él (art. 40LME). El art. 8 RDLME también dice que “las modificaciones estructurales deben ser acordadas necesariamente por la junta general”, pero se refiere después expresamente a la “aprobación del proyecto por la junta general”. Es decir, que tanto el órgano de administración como la Junta aprueban el proyecto y hay que decidir a qué aprobación se refiere la DT.

La literalidad del RDLME parecería más bien indicar que se trata de la aprobación del proyecto por la Junta. El Preámbulo del RDLME apoyaría esta interpretación pues se refiere a “las modificaciones estructurales (… ) pendientes de aprobación a la entrada en vigor del real decreto-ley.” Al referirse a la aprobación no del proyecto sino de “las modificaciones estructurales”, parece indicar que se trata de la aprobación por la Junta General, que es a quien corresponde aprobar la operación (art. 160.g LSC).

No obstante, consideramos que lo correcto es entender que para que se aplique la LME basta que el proyecto se haya formulado o aprobado por el órgano de administración antes de la entrada en vigor de la nueva normativa de modificaciones estructurales por varias razones:

En primer lugar, porque la literalidad no es definitiva. El RDLME podría haberse referido a la aprobación “de la modificación estructural” o a la “aprobación por la Junta”, y no lo ha hecho. La mención del preámbulo tampoco resulta decisiva, pues por desgracia los preámbulos no siempre tienen reflejo en el articulado. Si además tenemos en cuenta el peculiar proceso legislativo (si es que merece ese nombre el apresurado Decreto Ley) no podemos dar excesivo valor al preámbulo.

En segundo lugar, porque tenemos que atender preferentemente al espíritu y finalidad de la norma (art. 3 CC). ¿Qué persigue esta disposición transitoria? En principio se trata de evitar que las operaciones en curso tengan que reiniciarse como consecuencia del cambio legislativo. La regla primaria del derecho transitorio que se recoge en la DT 1ª del CC es que los derechos nacidos bajo una legislación se rigen por ella, y cuando se trata de reglas de procedimiento, como es el caso, la regla supletoria es la elección del más favorable (DT 4ª CC).

Si el objetivo de toda norma transitoria es lograr la menor perturbación posible a los procedimientos ya iniciados y evitar situaciones de vacío legal, esto solo se consigue con la tesis que defendemos.

Hay que tener en cuenta que cuando se publica el RDL el proyecto puede estar no solo formulado sino también publicado (en la web o en el Registro Mercantil). Teniendo en cuenta que, por un lado, el nuevo RDLME entrará en vigor el 29 de julio; y que, por otro lado, el plazo mínimo de convocatoria de la Junta General para acordar una modificación estructural (independientemente de que sea una SA o SL) es de 1 mes ( art. 40.2 LME y 47.2 RDLME), la sociedad no va a llegar a tiempo a celebrar la Junta antes del 29 aunque convocara el mismo día de la publicación del RDLME, por lo que tendrían que volver a empezar todo el proceso de modificación estructural, con los costes que ello implica.

Esta es también la única forma de solucionar el problema del vacío legislativo. Si el RDLME no entra en vigor hasta el 29 de julio y la LME está derogada desde el 30 de julio, durante ese intervalo no existiría en España ninguna norma vigente para realizar modificaciones estructurales, y no se podría formular ni depositar un proyecto ni aprobar modificaciones estructurales. Solo si a los proyectos formulados antes de 29 de julio se les puede aplicar la LME evitamos esa situación absurda.

A favor de dar relevancia a la fecha del proyecto a estos efectos, se puede señalar la importancia que tiene esta fecha en el procedimiento de modificación estructural tanto en la LME como en el RDLME, pues vinculará: (i) a la fecha del balance de fusión; y (ii) a la fecha máxima de adopción del acuerdo por la Junta General, que no puede exceder de los 6 meses desde el proyecto, ex art. 30.3 LME.

Por tanto, la interpretación más respetuosa con los procedimientos iniciados y la única que impide un vacío legal es que a las operaciones cuyos proyectos se hubieran aprobado por el órgano de administración antes de 29 de julio de 2023 se les aplica la LME.

La última cuestión es cómo se aplica la nueva y antigua legislación en estos casos. Es decir, si a las fusiones cuyos proyectos hayan sido formulados antes del 29 de julio -pero aún pendientes de aprobación por la Junta- se someten enteramente a la LME, o solo en cuanto al contenido del proyecto y trámites anteriores a dicha aprobación. La DT en este caso es clara pues se refiere a la aplicación de “las disposiciones del libro primero del presente real decreto-ley”, es decir a todas ellas en bloque. Por tanto, sólo se aplican a las operaciones cuyos proyectos hubieran sido aprobados tras la entrada en vigor de este Libro. Por tanto, no serán necesarios los nuevos requisitos del proyecto (certificación de deudas tributarias, etc…) sino tampoco otros trámites, como el control del abuso en las operaciones transfronterizas. Y esto con independencia de cuándo se otorgue la escritura de ejecución de la modificación estructural y cuando se presente a inscripción, pues lo único relevante es la aprobación del proyecto antes del 29 de julio. Por supuesto, también para lo “malo”, es decir que los que estén sujetos a la LME deberán cumplir todos los requisitos, aunque sean más exigentes que los del RDLME (como por ejemplo el derecho de oposición).

En conclusión, entendemos que la norma plantea diversos problemas, seguramente debidos a la precipitada aprobación del DL, hasta el punto que con una interpretación literal no tenemos a día de hoy vigente una norma reguladora de las modificaciones estructurales. La solución más respetuosa de la finalidad de las normas transitorias y con la seguridad del tráfico jurídico es que la LME se aplicará en bloque a todos los proyectos aprobados por el órgano de administración antes de 29 de julio 2023, con independencia de la fecha de aprobación por la Junta, escritura pública o inscripción de la operación, y el RDLME a los aprobados a partir de esa fecha.


foto: JJBOSE