Por Beatriz Martinez-Falero García

 

Introducción: el reparto de tareas entre el abogado in house y el abogado externo o de despacho

A pesar del título de esta introducción, nada más lejos de la intención de esta entrada de posicionarnos a favor o en contra de estas dos visiones de la abogacía. Dos caras de una misma moneda, complementarias, especialmente en la vida jurídica de la empresa.

Ser abogado de empresa permite al profesional jurídico asumir un rol proactivo de liderazgo dentro de la organización que le servirá para impulsar internamente, gracias a su visión completa del negocio, el cumplimiento jurídico íntegro de las distintas iniciativas de la Compañía, con la máxima eficiencia y adecuado análisis de riesgo jurídico, gracias a su participación en todas las fases de los proyectos estratégicos, participación generalmente no alcanzable para por el abogado externo.

La implicación del abogado interno de forma completa en la actividad de su empresa no le deja tiempo para profundizar en las diferentes materias jurídicas que pueden ser relevantes en el desarrollo del negocio. Algunas veces, se enfrentará a materias que solo se aplican ocasionalmente a la compañía para la que trabajamos. Por ejemplo, el Derecho Concursal, el Derecho Penal o el Derecho de la Competencia. En otras ocasiones, se trata de materias que requieren conocimientos muy específicos o especializados y el abogado interno carece del tiempo necesario para dedicarlo a su estudio, porque eso le llevaría a desatender el asesoramiento que podríamos llamar «core» del negocio. Me refiero, por ejemplo, a los procedimientos judiciales o a las operaciones de M & A.

Ni que decir tiene que, dentro de la empresa, solo el Abogado interno cuenta con el conocimiento y preparación para elegir, contratar y dirigir los servicios de otros profesionales jurídicos externos, sea cual sea el motivo que justifique su contratación.

Por tanto, es evidente la necesaria y beneficiosa colaboración de ambas figuras en el desarrollo de los aspectos legales y contractuales de la empresa y sus negocios.

 

El triple rol del abogado de empresa: la transversalidad

En lo que sigue, defenderé un modelo de Asesoría Jurídica, moderna, cuyo responsable y su equipo se integran en el negocio aportando el conocimiento jurídico y el apoyo de forma semejante a lo que hacen los depositarios del conocimiento financiero, estratégico o comercial.

La máxima expresión de esta sinergia reside en aquellas organizaciones en las que el responsable de la Asesoría Jurídica forma parte del Comité Ejecutivo de la
Compañía, en cuyo seno obtiene de primera mano y traslada a su equipo las iniciativas de la Compañía al máximo nivel estratégico para trabajar conjunta y
proactivamente en generar un plan de trabajo jurídico acorde con los objetivos de la compañía que han sido establecidos en el Comité de Dirección.

Pasaron ya a la historia las Asesoría Jurídicas que dependían, en la estructura de la compañía, de los departamentos financieros o de recursos humanos y que intervenían en el negocio a modo de supervisores finales de aspectos puramente jurídicos o formales tales como la ley y la jurisdicción aplicables, las cláusulas de fuerza mayor o las de responsabilidad por daños.

Desde esta concepción de la función de la asesoría jurídica y de los abogados que la integran podemos atribuir al abogado interno tres ‘papeles’:

Primero. El Abogado interno es el experto en Derecho y la Asesoría Jurídica es un centro de conocimientos específicos que son de interés para la compañía. En este punto es deseable que las asesorías jurídicas se aseguren de que, entre todos sus miembros, acumulan un nivel alto y excelente de conocimiento jurídico de
todas aquellas materias que son centrales para el correcto desarrollo del negocio. Así, podrán asesorar ágilmente y con claridad a los que desarrollan el negocio sin necesidad de recurrir, en el día a día, a abogados externos. Pero, sobre todo, les permitirá unificar el tratamiento preferible que deba darse a materias tales como contratos, negociaciones con proveedores y clientes y, en general, las líneas de actuación en relación con la actividad principal de la empresa.

Por ejemplo en una empresa cervecera como Mahou -San Miguel, no se entendería tener una Asesoría Jurídica donde no hubiera expertos del más alto nivel en contratos de distribución; en contratos de adquisición de materias primas (latas, malta, energía..), en la normativa aplicables a la publicidad de bebidas con alcohol o en la legislación sobre etiquetado de aguas minerales.

El ‘buen’ asesor jurídico cuenta, por tanto, con un know how decisivo para el mejor funcionamiento de la organización y, para que lo adquiera, es deseable la especialización dentro del equipo jurídico. El así convertido en especialista puede poner sus conocimientos a disposición no solo de las áreas de negocio, sino también del resto del equipo jurídico.

Segundo. El Abogado interno es un business partners de los equipos de negocio. ¿Cuánta especialización es deseable? Aunque en una imagen idílica del funcionamiento de una asesoría jurídica podría parecer muy formativo y gratificante la participación en todo tipo de temas y ayudar a cualquier equipo de trabajo, lo cierto es que los «clientes internos» (departamentos comerciales, industriales, financieros, de marketing, etc…) quieren verse acompañados por un asesor jurídico con el que se familiarizan, al que incorporan a sus comités y al que no tienen que explicar los temas desde el principio ya que conoce el departamento, su negocio, a su equipo en incluso participa en la elaboración de los planes anuales.

Por tanto la respuesta es clara. Organizar así la asesoría jurídica permite al abogado in-house convertirse en un business partner, en virtud de la cual se
integra en equipos de negocio, incluso en su misma ubicación, y les proporciona un asesoramiento integral en apoyo de la consecución de todos sus objetivos,
coordinando con otros asesores, internos y externos, cuando es necesario, y garantizando que el equipo al que asesora obtiene un soporte jurídico eficaz, ágil,
especializado, veloz y de calidad.

Tercero. En paralelo a los roles de experto en un área del derecho y de business partner, el abogado in house actúa también como asesor de proyectos. Cuando en una compañía se pone en marcha un proyecto ‘especial’, esto es, que no forma parte del ‘curso ordinario del negocio’ es habitual que su diseño, planificación y ejecución se encarguen a un ‘equipo ad hoc’ o ‘equipo de proyecto en el que participan todas las áreas de la empresa que tienen los conocimientos decisivos para el éxito del mismo. Es una buena oportunidad para los profesionales de una empresa participar en estos proyectos y como no, también para los abogados. Permite innovar, pensar out of the box y, a menudo, trabajar codo con codo con asesores externos de la más alta calidad y especialización o con otras empresas que están asociadas al proyecto (por ejemplo, distribuidores, clientes o proveedores). Ejemplos de proyectos en los que los equipos jurídicos tiene un papel relevante son los de adquisición o venta de una empresa o unidad de negocio (para asegurar que la integración o separación sean exitosas); el desarrollo de productos o de nuevas líneas de negocio (la empresa entra en un nuevo mercado geográfico o de producto) en solitario o a través de la constitución de una joint venture. En este papel del Abogado in house, le corresponde también la selección del abogado externo en caso de que sea necesario y ha de hacerlo pensando también en que el externo resulte cómodo para los equipos de la compañía. El acierto en la elección es responsabilidad del abogado de empresa.

En resumen, el abogado interno tiene la oportunidad de desarrollar un rol híbrido que le permite participar tanto en decisiones jurídicas como de negocio. Esta condición le permite obtener una comprensión completa del negocio, de los riesgos jurídicos a los que está sometido y puede formarse una visión a medio y largo plazo de la compañía.

 

El papel del Abogado Interno como Secretario del Consejo: El Abogado interno es el fedatario de la actuación de los órganos de la empresa y es el impulsor de buenas prácticas en el gobierno corporativo.

El Abogado Interno que actúa como Secretario del Consejo de Administración de la sociedad adquiere un papel central en la configuración y funcionamiento de los
órganos de gobierno. Sus funciones se encuentran específicamente definidas en el artículo 529 octies de la Ley de Sociedades de Capital, para las sociedades de capital, funciones a las que se pueden añadir otras establecidas en los estatutos sociales o el reglamento del consejo de administración. Son funciones del Secretario:

1. Conservar la documentación del consejo de administración, dejar constancia en los libros de actas del desarrollo de las sesiones y dar fe de su contenido y
de las resoluciones adoptadas.

2. Velar por que las actuaciones del consejo de administración se ajusten a la normativa aplicable y sean conformes con los estatutos sociales y demás
normativa interna.

3. Asistir al presidente para que los consejeros reciban la información relevante para el ejercicio de su función con la antelación suficiente y en el formato
adecuado.

Pero más allá de esto, la secretaría del consejo requiere un perfil humano capaz de cumplir y hacer cumplir la legalidad en el funcionamiento del Consejo y un un perfil estratégico, que tenga la capacidad de entender, influir y orientar a los accionistas y consejeros hacia la configuración del gobierno corporativo que sea más adecuado para maximizar la estabilidad, continuidad y la creación de valor en la empresa.

 

El papel del abogado in house en el Programa de compliance de la Empresa

Hoy en día es una obligación legal de las empresas contar con un Programa de prevención o de cumplimiento y hay muchos modelos, desde los más sencillos que ponen foco en la responsabilidad penal de la Compañía hasta los más complejos que afectan a todos los sectores del Ordenamiento (Derecho de la Competencia, Derechos Humanos – cadena de suministros – protección de datos, prevención de la corrupción pública y privada, sostenibilidad ambiental…) y alcanzan a la llamada responsabilidad social corporativa o, en la terminología más moderna, a la ESG (Environment, Social, Governance).

En todo caso, su contenido jurídico es intenso.

En cuanto a la responsabilidad última de su elaboración y supervisión de su cumplimiento, corresponde al Consejo de Administración. Ahora bien, su ejecución corresponde al llamado compliance officer, y, se ubique donde se ubique este, en la organización (hay muchos modelos), la intervención del Abogado Interno garantiza una capacidad adicional crítica de análisis que conjuga el conocimiento del Programa de Cumplimiento -cuya transgresión podrá tener consecuencias legales- con la necesaria valoración y orientación jurídica sobre la aplicación al caso del derecho, especialmente el penal. Y esto solo puede hacerlo adecuadamente un abogado, quien deberá trasmitir las consecuencias del incumplimiento legal no solo a los trabajadores de la empresa sino también al equipo directivo y a los miembros del Consejo de Administración.

El Abogado interno tiene el conocimiento más adecuado para elegir el modelo de cumplimiento que conviene o más se adapta a la empresa, para saber cómo
transmitirlo a los empleados e identificar los riesgos de incumplimiento más relevantes. Además, sabrá buscar al Asesor Jurídico externo más apropiado para
ayudarle en la definición e implementación del Programa.

 

El Abogado Interno y la Innovación y las nuevas tecnologías. Eficacia de la función Jurídica. ¿Cómo medir?

Los abogados internos han de ser hoy duchos en el uso de las nuevas tecnologías y estar abiertos a adoptar prácticas jurídicas innovadoras que ayuden
a asesorar ágil y eficazmente al negocio, a potenciar el crecimiento internacional y a implantar políticas de cumplimiento.

Las nuevas tecnologías deben verse por tanto como un aliado del abogado interno, no sólo como herramientas que le permitan desarrollar la función jurídica sino
también interactuar en proyectos transversales de Compañía que buscan explotar su uso y su aplicación a objetivos de negocio.

En este punto, es obligado referirse a la llamada transformación digital. El abogado interno ha de tener un perfil digital, lo que significa que ha de ser capaz de usar herramientas digitales. Estas facilitan su función y permiten agilizar y medir los tiempos de respuesta y eficiencia dentro de la organización. Pero, sobre todo, economizan en tiempo de análisis porque liberan al abogado de realizar las tareas de «menor valor añadido» y le permiten concentrarse en los aspectos estratégicos y más relevantes del asesoramiento. Algunas de las herramientas digitales que ayudan al abogado interno a desarrollar eficientemente su función son las siguientes:

  • Herramienta de gestión jurídica que permite crear expedientes virtuales de cada asunto gestionado por la Asesoría Jurídica, obtener informes de
    seguimiento por cada una de las materias, habilitar a los interesados el acceso a la información desde cualquier punto geográfico, añadir expedientes de todas las filiales y dar visibilidad de dicha información a otras áreas de la Compañía cuando la misma les resulte de utilidad.
  • Herramienta de gestión de órganos de Gobierno de la Compañía y sus filiales, nacionales e internacionales, que facilita la labor de la Secretaría del Consejo
    al mismo tiempo que establece un canal de comunicación directo con los miembros de los órganos de administración; le proporciona acceso a la
    información societaria que deben conocer para reunirse productivamente, a los informes y propuestas que se aprobarán en los órganos colegiados y les hace más sencillo emitir el voto.
  • Herramienta de apoyo y control en el desarrollo del programa del cumplimiento, que permite organizar la normativa interna, registrar las actividades de formación de los empleados y las medidas de prevención implementadas para cada uno de los riesgos normativos. También permite gestionar el canal de denuncias (whistleblowing) imprescindible para el cumplimiento del Plan de Prevención de Delitos de la Compañía, de la normativa de LOPD, Normativa de Defensa de la Competencia y del Código de Conducta.
  • Herramienta que permita dentro de un único entorno virtual negociar la firma de contratos, incluyendo distintos actores (departamento de negocio, abogados de ambas partes), que estén conectadas y que proporcione un mecanismo de firma digital, de modo que la digitalización incluya el escaneo automático de toda la documentación relativa a las relaciones mercantiles de la Compañía.

En definitiva, ya es hora de arrumbar la imagen el Abogado de empresa como freno a la imaginación de los estrategas de la empresa, como censor de las formas y objetivos perseguidos por las distintas unidades de negocio. Una asesoría jurídica interna moderna debe ser capaz de afrontar los retos de desarrollo del negocio desde la innovación, patrocinando el uso de herramientas digitales y desde el cambio de mentalidad y forma de trabajar, colaborando en la consecución del objetivo estratégico de la empresa.

 

Cuestiones prácticas. ¿Cómo elegir o identificar nuestra auténtica vocación jurídica?

Todos los abogados nos hemos planteado alguna vez esta pregunta, especialmente cuando terminábamos nuestros estudios, momento en el que nos cuestionamos si la vocación verdaderamente existe, si llegaríamos a sentirla de manera suficiente para ser los mejores abogados. A veces, incluso nos hemos autoconvencido de tener vocación o, por el contrario, hemos pensado que a pesar de no tener vocación seríamos abogados porque ya no había marcha atrás.

Una vez decidido que nuestro futuro está en la abogacía, la elección entre ser abogado de empresa o de despacho y la disciplina jurídica en la que especializarnos son dos decisiones importantes.

Pero no hay por qué preocuparse excesivamente. Para bien o para mal, parte de estas incógnitas nos las dan resueltas. Las oportunidades que van surgiendo van modulando nuestra vocación y el desarrollo de un buen trabajo profesional, buenos mentores y proyectos interesantes hacen que las tareas y los puestos nos resulten atractivos y que la vocación surja.

Como señala Abelardo Torré: “no puedes sentir inclinación por algo que no conoces; para tener una vocación auténtica es necesario tener una idea aproximada de esa ciencia y de la vida profesional respectiva”. En sentido parecido, Juan Manuel de Prada dice que

«la vocación no sólo es una llamada que, como una varita mágica desciende sobre nosotros, sino que es también una senda trabajosa, es una senda de arduo recorrido, es una senda en la que a veces los descubrimientos, las decepciones, en definitiva, todo lo que conforma la elección de lo que va a ser nuestra vida, viene determinada por nuestros desvelos, por nuestro esfuerzo. Sin ese esfuerzo, creo que la llamada de la vocación cae en terreno estéril, en ese terreno yermo en el que no prende«.

Por ello, mi consejo es que no desaprovechéis ninguna oportunidad, se ajuste o no a vuestras preferencias iniciales. Muchas veces la vocación de abogado nace y crece con el ejercicio de la profesión, con el aprendizaje. Cuando experimentéis como jóvenes abogados el sacrificio intelectual, psicológico y personal que supone el ejercicio de la profesión y, a pesar de ello, descubráis que disfrutáis haciendo eso; que os gusta, entonces la llama de la vocación se habrá encendido y debidamente alimentada, tenderá a crecer a medida que pasen los años.

El camino del abogado es muy largo y complejo, habrá decepciones y frustraciones, pero el trabajo duro produce satisfacciones personales y profesionales. Hay que recorrer este camino con el mejor rigor jurídico, profesionalidad y eligiendo el camino recto, defendiendo los principios éticos, sin atajos e intentando siempre servir al interés general de la sociedad. Incluso si llegáis a la conclusión de que carecéis de vocación, que esa llama no llega a encenderse, vuestra formación jurídica os ayudará a desarrollaros personalmente en otros ámbitos profesionales ya que si algo aprendemos en Derecho es a entender las relaciones empresariales, económicas e institucionales y eso proporciona una base sólida para trabajar con éxito más allá del mundo jurídico.