Por María Luisa Muñoz Paredes
La introducción del big data en el seguro ha ido por detrás de otros sectores, como el bancario, pero actualmente es una realidad que se va abriendo camino impulsada por la aparición en el mercado de start-ups que, gracias al uso de nuevas tecnologías, accedieron a un público más joven, acostumbrado a contratar de forma rápida y a través del móvil. Igual que en el sector bancario, las aseguradoras tradicionales comenzaron a invertir cada vez más en tecnología y mejoraron la suscripción de pólizas online para asimilarse a esta nueva tendencia y captar ese público. Piénsese que, hasta tiempos muy recientes, el contacto con el cliente se hacía sólo en dos momentos, por regla general, el de la contratación de la póliza y el de un siniestro. El uso de nuevas tecnologías aplicadas a los grandes datos permite tener un mayor contacto con el cliente y acercarse más a él, ofreciéndole productos hechos más a su medida o resolviendo en pocos minutos reclamaciones de algunos siniestros.
Una de las manifestaciones de esta nueva tendencia son los seguros con monitorización de personas y bienes, especialmente difundidos en los ramos de auto, vida y salud. En los de auto, hacia 2013 comenzaron a conocerse en España los seguros “pay-as/how-you- drive”, en los que teóricamente la cuantía de la prima depende de cuánto y cómo conduzca el asegurado, esto es, cuanto menor es el riesgo asociado a su conducción, más baja es la prima. Se caracterizan, pues, por una adaptación mayor de las primas a las características individuales del concreto riesgo cubierto en cada póliza y generalmente por el uso de dispositivos en el automóvil que permiten controlar la conducción realizada. El control del riesgo es, en tal caso, constante. Precisamente esta característica es la que hace que sea una modalidad de seguro adecuada para los conductores más jóvenes, que tradicionalmente han sido considerados de alto riesgo por las aseguradoras. Esta forma de asegurar, muy difundida en otros países, sobre todo del ámbito anglosajón, no ha tenido mucha acogida por ahora en nuestro mercado, aunque con la crisis del coronavirus ha aumentado su difusión, porque se ha reducido mucho el uso del coche y estos seguros permiten que la prima se adapte a los kilómetros que realmente se han recorrido.
Inicialmente asumieron esta tendencia algunas aseguradoras, como Generali y Mapfre (tal como se explica aquí), y esta última compañía la sigue ofreciendo, aunque de forma muy discreta (sin resaltarla en absoluto en su web), para conductores noveles o de edad inferior a 30 años y “con precios competitivos dependiendo de sus hábitos de conducción” y, por lo que se refiere a Generali, esta modalidad ni siquiera aparece actualmente entre las opciones de aseguramiento de auto que ofrece en su página. La que sí mantiene claramente un seguro de estas características es Verti, con su póliza “Cuenta kms”. Este seguro de coche por kilómetros de Verti está concebido para asegurados que hagan un uso limitado del coche y, así, le permiten, al contratar, elegir uno de los tres packs de kilómetros disponibles: 1.000, 2.000 y 3.000 kms., aunque, si en algún momento necesita más, puede contratar kilómetros adicionales en packs de 500, 1.000 y 1.500 kms. sin limitación alguna. Para obtener esta póliza el tomador tiene que tener un smartphone con conexión a internet para poder hacer las gestiones propias del seguro. La adecuación de las primas al riesgo real se hace, por tanto, atendiendo al factor de la distancia recorrida, dejando de lado otros factores que se podrían utilizar si se usara un dispositivo interno, como la forma de conducir del sujeto. En fin, en enero de 2020 nació Hello Auto, una aseguradora que ya no ofrece pólizas de auto tradicionales, sino sólo seguros basados en el uso del vehículo tal como es registrado por un dispositivo (“Hello Auto Connect”) que la compañía instala gratuitamente en el coche. Como la reducción del riesgo asociado al automóvil (que es lo que justifica la reducción de la prima) puede venir por utilizarlo poco o por conducir bien, la compañía ofrece dos modalidades de seguros, una para quienes sólo conducen esporádicamente (“Hello Auto Flex”) y otra para quienes hacen lo hacen habitualmente, pero aspiran a obtener descuentos en la prima por ser buenos conductores (“Hello Auto Smart”).
Esta misma filosofía de adaptación constante de las primas al riesgo real durante el curso del contrato es la que inspira las pólizas de seguro de vida y de salud “pay-as/how-you-live”. En ellas, las primas se van amoldando a los hábitos del asegurado, que podrá obtener descuentos si aquéllos son saludables, lo que exige su control a través del uso de dispositivos como Apple Watch o pulseras Fitbit.
En USA, John Hancock, aseguradora de vida con más de 150 años de antigüedad, introdujo en 2015 las pólizas de vida asociadas a hábitos saludables, a través del que denomina “Vitality Program”, que tiene dos versiones, la básica (“Vitality Go”), que se anuncia como gratuita, y la “premium” (“Vitality Plus”), que requiere una aportación de dos dólares mensuales. Si se contrata el seguro de vida (temporal o entera), asociado a uno de estos programas, el asegurado obtiene descuentos en la prima, además de rebajas en compras en establecimientos comerciales asociados y otros regalos. Estos beneficios son mayores en el programa “premium” que en el básico y, a su vez, cuantos más puntos gane el asegurado, más descuentos y regalos obtendrá. Los puntos pueden ganarse mediante el cumplimiento de tareas físicas y también si se sigue una alimentación saludable, a cuyo efecto también proporcionan al asegurado descuentos en establecimientos por compra de comida saludable, buscando así la generación de un círculo virtuoso (pues los descuentos en comida saludable son mayores cuantos más puntos se obtengan precisamente por comer saludable). Para ganar los puntos, el asegurado puede registrar sus actividades a través de wearables, como el Apple Watch, que le vende la aseguradora con descuento, en una aplicación de móvil específica o bien online en la web de la aseguradora. No es obligatorio unirse a estos programas, pero quien contrate un seguro de salud sin asociarse a ellos no tendrá acceso a estas ventajas económicas. Por otro lado, Hancock dice expresamente que no se compromete a mantener los descuentos durante toda la vida y que podrá variarlos.
En España, en el ramo de salud, las principales aseguradoras no han adoptado aún este tipo de seguros y, en cuanto al de vida, su implantación es muy tímida, aunque hay algún caso. Así, la correduría de seguros de El Corte Inglés ofrece, en colaboración con las aseguradoras con quienes trabaja, el seguro de vida “Vida movida”, dirigido a personas no fumadoras y con hábitos saludables, que ofrece dinero en forma de tarjeta regalo de El Corte Inglés, atendiendo a los pasos andados.
Para ello, hay que descargar una app (“Vida movida”) y sincronizarla con un dispositivo (como una pulsera de fitness) para que se registren los pasos andados. Al finalizar cada trimestre natural, el asegurado podrá canjear sus pasos por un premio consistente en una Tarjeta Regalo de El Corte Inglés, S.A. (“Desafío Vida Movida”), en función de la siguiente tabla:
Media de pasos diarios durante el trimestre |
Tu premio |
De 0 a 3.999 pasos |
– |
De 4.000 a 5.999 pasos |
4 € trimestre |
De 6.000 a 7.999 pasos |
6 € trimestre |
De 8.000 a 9.999 pasos |
8 € trimestre |
Más de 10.000 pasos |
10 € trimestre |
Como puede verse, la prima no varía en función de los hábitos, sino que se mantiene fija y lo único que se consigue es dinero para gastar en El Corte Inglés, limitado a 10 euros al trimestre si se camina el máximo de pasos computable, que son 10.000 al día de media. Además, sólo se contabilizan los pasos dados y no cualquier otro hábito, por lo que no deja de ser muy rudimentario, comparado con el programa “Vitality” de Hancock. Por otro lado, aunque en sus condiciones generales la empresa afirma que el programa dura mientras esté vigente el seguro, se reserva el derecho a cancelarlo en cualquier momento, con simple un preaviso al asegurado de tres meses.
Dure lo que dure el programa (que, como vemos, no constituye una obligación contractual, sino como una mera política comercial, al igual que el “Vitality Program” de Hancock), la adhesión al mismo comporta la cesión gratuita de datos personales a El Corte Inglés y a sus “empresas colaboradoras”, que no se determina cuáles son ni para qué fines van a usarlos (condición general 5: “La legitimación para el tratamiento de su información personal es su consentimiento facilitado al realizar la solicitud de acceso para adherirse a la plataforma con el fin de tener acceso a la misma y al desafío VIDA MOVIDA. Debe conocer que comunicaremos su información personal a los terceros que presten servicios asociados al contrato, tanto para su formalización como para su gestión y ejecución. Al aportarnos su información personal, usted nos autoriza expresamente a tratar y compartir su información con dichos colaboradores, en la medida que están directamente implicados en la prestación del servicio contratado. En todos los casos, SEGUROS EL CORTE INGLÉS asume la responsabilidad por la información personal que nos facilite y se solicita a aquellas empresas con los que se comparte su información personal que apliquen el mismo grado de protección de la información”).
Más similar al seguro de Hancock es el llamado “#RetoPuntoSeguro” del portal Puntoseguro.com, que consiste en un programa de vida saludable asociado a la contratación de un seguro de vida con las compañías con las que esta correduría colabora. El control del asegurado se hace a través de la pulsera de actividad física (de regalo por seguros con primas superiores a 90 €), que mide pasos, calorías, distancia recorrida o la calidad del sueño, y de una app instalada en el móvil, teniendo que superar retos mensuales con los que podrá lograr regalos (tarjetas regalo de Amazon, suscripciones a Netflix o Spotify, escapadas de fin de semana) cada mes. Así, en los seguros de vida, por cada reto mensual superado se consigue un 2% de la prima de renovación de la póliza, por lo que, superando todos los retos, se obtiene un descuento del 24% del precio de renovación de la póliza hasta un máximo de 120 €, momento en el que el asegurado decide si recibe una tarjeta regalo de Amazon por el importe generado o dona el dinero a la ONG Fundación Alaine. Por ejemplo, si la prima de renovación del seguro es de 200 €, y se superan los 12 retos, el regalo máximo será el 24% de la prima, es decir 48 €. En los seguros de salud, por cada reto mensual superado, el asegurado gana 2 €, por lo que, superando todos los retos, gana 24 € de regalo a la renovación de tu póliza, momento en que el decides si recibes la tarjeta regalo de Amazon o lo dona a la citada ONG.
Aunque los seguros de El Corte Inglés sólo se suman a esta tendencia de una manera muy superficial, frente a los de “#RetoPuntoSeguro” o Hancock, todos ellos tienen en común que se caracterizan por incitar al asegurado a adoptar hábitos de vida saludables útiles para la reducción del riesgo. La opción de estas aseguradoras y mediadoras, que no se limitan a asegurar el riesgo de muerte, sino a potenciar la prolongación de la vida de sus asegurados, no parece de entrada criticable y encaja muy bien en el movimiento actual en favor de la vida saludable, tan potenciado durante la presidencia de Obama y cuyo hito fundamental fue la aprobación en 2010 de la ley popularmente conocida como Obamacare [Patient Protection and Affordable Care Act (ACA)]. Además, parece que mediante un seguro de estas características todos ganan (sería un supuesto típico de win–win): los asegurados mejoran su salud y viven más y mejor y las aseguradoras también ganan más, pues, si lo contratado es un seguro de vida entera, cuantos más años viva el asegurado, más años estará pagando primas, luego más ingresa la compañía, y si se trata de un seguro temporal, cuanto más saludables sean sus hábitos, mayor es la probabilidad de que sobreviva, con lo que la aseguradora podrá cobrar primas durante toda la vigencia del seguro sin necesidad de desembolsar la prestación, por falta de siniestro.
Ahora bien, habrá que ver en el caso concreto si la reducción real de riesgo conlleva una rebaja proporcional en la prima, pues el asegurado tiene derecho ex artículo 13 LCS a poner en conocimiento de la compañía durante el curso del contrato “todas las circunstancias que disminuyan el riesgo y sean de tal naturaleza que si hubieran sido conocidas por éste en el momento de la perfección del contrato, lo habría celebrado en condiciones más favorables”, y la aseguradora obligación de rebajar la prima en el período siguiente en la proporción correspondiente. Puesto que el artículo 13 es imperativo y sólo admite pacto en contrario cuando éste favorezca más al asegurado que la solución legal (art. 2 in fine LCS), no puede entenderse que la asunción de un programa de salud que suponga una reducción real del riesgo conlleve sin más la renuncia del asegurado al derecho a la reducción proporcional de la prima. No hay que confundir esta hipótesis, de reducción del riesgo durante el curso del contrato derivada de una actuación del asegurado dirigida a ese fin, en que cabe estimar que existe un derecho a la rebaja de la prima en la misma proporción en que disminuye el riesgo, sobre la base de lo dispuesto en el artículo 13 LCS, con los supuestos de bonificación en la prima por no siniestralidad, conocidos en sectores como el de auto como bonus-malus (“bonus”, cuando se bonifica y “malus”, cuando se penaliza, en función de la baja o alta siniestralidad del asegurado), pues en estos últimos el derecho a la reducción de la prima no se deriva de una reducción del riesgo, que no varía, sino de la ausencia de declaración de siniestros por parte del asegurado durante el curso del contrato (incluso aunque se hayan producido). No habiendo propiamente una reducción del riesgo, no surge aquí el derecho de origen legal a la reducción proporcional de la prima, sino, si así se ha pactado, un derecho a obtener una bonificación en la prima, en la cuantía que sea (Sánchez Calero, LCS, 4ª ed., pp. 349-350). En definitiva, en estos últimos casos, el derecho a la reducción de la prima derivaría del contrato, no de la ley, y, dado que no se relaciona con una reducción del riesgo, que no tiene por qué darse, la rebaja en la prima deberá hacerse en la cuantía en que se haya libremente pactado, no en la proporción a que se refiere el artículo 13 LCS.
En fin, no puede perderse de vista que en todos estos seguros en que la vida del asegurado está controlada por dispositivos telemáticos, sean wearables o colocados en sus bienes, la pérdida de su intimidad es una realidad. Cathy O’Neil, la matemática autora del best-seller Weapons of Math Destruction (Penguin, 2016, p. 175) cuenta el caso (real) de un profesor universitario llamado Aaron Abrahams, que sigue un programa de wellness asociado a un seguro de salud organizado por su propia Universidad (la Washington and Lee de Virginia) para cuidar a sus empleados, que le obliga a pasar gran parte de su tiempo, que antes dedicaba a trabajar, a seguir una gran cantidad de dictados de salud y compartir esos datos con la Universidad y con el gestor del programa. De no hacerlo así, puesto que no es obligatorio permanecer en ese programa, perdería el descuento de 50 dólares mensuales en la prima del seguro que el cumplimiento de las reglas de aquel le proporciona. La lectura directa de esta situación es que quien quiera intimidad en el ámbito del seguro de salud, por lo menos en Estados Unidos -donde el seguro privado de salud es la regla y la vinculación de esta cobertura a programas de wellness, una tendencia ya consolidada-, va a tener que pagar por ella.
* De estas y otras cuestiones relacionadas con el uso del big data en el sector asegurador me ocupo en A. Huergo (dir.), La regulación de los algoritmos, Aranzadi, Pamplona, 2020, pp. 129-162.
Foto: JJBOSE
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