Por Jorge Agudo González

Introducción

La universidad está viviendo un cambio importante en la conformación del personal docente investigador (PDI). Esa transformación tiene dos elementos clave: 1º) Cada vez hay más Catedráticos; 2º) Cada vez hay menos becarios y ayudantes. La pirámide se está invirtiendo y lo que hace un tiempo era un “recurso escaso” -la Cátedra- ahora se está convirtiendo en un recurso abundante, a veces, hasta mayoritario en algunos departamentos. Por el contrario, quienes se están convirtiendo en un recurso cada vez más escaso son los nuevos doctorandos y los jóvenes profesores.

Entre 1940 y 1970, con el sistema de oposiciones centralizadas con ocasión de vacante, llegó a haber 28 Catedráticos de Derecho Administrativo en España -¡¡¡en 30 años!!!-. Entre 1970 y 1983, con el sistema de oposiciones centralizadas al Cuerpo de Profesores Agregados, como paso previo a la Cátedra y con ocasión de vacante, se añadieron otros 24 Cátedros. Desde 1983 a 2001, con el sistema LRU de concurso-oposición en cada Universidad, el listado aumentó en 61 Catedráticos. Con el sistema de habilitación, entre los años 2001 y 2007, solamente se añadieron 6 nuevos Catedráticos. En 67 años hubo en España 119 Catedráticos de los cuales sólo 6 fueron mujeres, todas ellas a partir de la época del sistema LRU. Con el sistema actual de acreditación, sólo entre 2008 y 2015 -dentro del primer régimen de acreditación de los tres que hemos tenido hasta la actualidad, aunque la vigencia del primero se prolongó todo 2016-, se añadieron otros 79 Catedráticos, de los cuales 21 fueron mujeres. Es decir, entre 2000 y 2015 ha habido casi tanto nuevos Catedráticos, como en los 60 años anteriores: 85 frente a 113. Tomo los datos de un archivo titulado “Catedráticos: listado profesor Martín Retortillo”. Desconozco si los datos son correctos, pero presumo que, si su autoría es la que parece, con toda certeza debe ser así.

La proliferación de la figura del Catedrático ha ido acompañada de la pérdida progresiva de los atributos que la han caracterizado, con la salvedad, eso sí, de que actualmente el sistema garantiza que quien llega a la cúspide se debe a que atesora méritos y conocimientos más que suficientes. Ahora bien, en mi opinión, se ha ido perdiendo gran parte del poder institucional y del prestigio académico de la figura. Actualmente somos muchos y, lógicamente, hay Catedráticos con mucha notoriedad y otros con menos, pero desde luego entre los Catedráticos de “última generación” ya no existe la figura del maestro con auctoritas respetado por su sabiduría y bagaje intelectual, que tenía un enorme poder académico, científico y personal, pues decidía todo lo que podía afectar a la vida de su escuela. Ahora ser Catedrático se ha convertido en la culminación de la carrera profesional, perdiendo esa aureola que tenían las antiguas Cátedras.

Hay una metáfora que describe gráficamente lo que quiero decir. Los calificativos que se mencionan corresponden a la distinta forma de acceso a la Cátedra y tienen que ver con las supuestas dificultades que en cada momento han tenido que afrontar los candidatos. A mí me la contaron así: los viejos maestros -la mayoría ya fallecidos o jubilados hace tiempo- fueron la generación “pata negra”; los discípulos de los grandes maestros -grandes profesores generalmente ya jubilados o a punto del retiro (aquí se incluye la generación de la LRU)- habrían sido la generación del “jamón ibérico”; y los de ahora, los acreditados, pues somos la generación del “jamón serrano”.

La metáfora tiene distintas versiones. Por ejemplo, J. R. Chaves (2009): La acreditación para Catedrático o Profesor Titular por silencio administrativo: ¿caballo de Troya en la Universidad pública? delajusticia.com, la cuenta así: “… podrá hablarse de Catedráticos de Pata Negra (anteriores a la Ley de Reforma Universitaria de 1983), de Catedráticos de Pata Rosada (quienes obtuvieron su plaza por el sistema de concurso de méritos en cada Universidad con sorteo en la Comisión de tres vocales por el Consejo de Universidades), de Catedráticos de Pata de Conejo (quienes obtuvieron su acreditación como catedrático por el silencio positivo) y de Catedráticos con Mala Pata (quienes obtuvieron su acreditación como Catedrático por Resolución expresa y que ahora se ven obligados a competir con los Catedráticos por resolución presunta)”.

En otras palabras, el Catedrático actual se tiene que ganar el respeto académico e intelectual que se presumía de nuestros maestros. Esto tiene un lado positivo, pues nos obliga a no estancarnos y a seguir mejorando, pero también deja claro que la admiración, la lealtad inquebrantable y el respeto unidireccional -de abajo a arriba, porque el maestro te podía tener en consideración, pero no te tenía por un igual- ha dado paso a una relación con subordinaciones muy parecidas a las de otros trabajos. Esto tiene cosas buenas, pero a los efectos que aquí interesan, constata que la figura del Catedrático ya no es lo que era.

Llegar a ser Catedrático se ha convertido en una carrera de fondo, de acumulación de méritos. Decirlo así suena sencillo, pero cualquiera que, como yo, haya pasado por el sistema de acreditación sabrá que no resulta tan fácil. Ese proceso de atesoramiento de méritos culmina con la acreditación de la ANECA. Este procedimiento ha permitido objetivar los requisitos para ser Catedrático -dentro de la evidente discrecionalidad-. Esos requisitos, además, son bastante exigentes: es necesario una dedicación académica que rondará los 20-25 años de media para poder atesorar el nivel cuantitativo y cualitativo de los requisitos exigidos. Los datos publicados por ANECA sobre la acreditación a Cátedra corroboran estas conclusiones. A continuación, expongo esos datos con la aclaración de que hasta 2016 no se desglosan datos específicos para Derecho. Hasta esa fecha manejaré los datos globales correspondientes a la comisión de Ciencias Sociales y Jurídicas (CSJ):

Los datos se extraen de las Memorias anuales de la ANECA y del Informe periódico de cifras de la evaluación de ANECA para la acreditación en los Cuerpos Docentes Universitarios.

Años 2008-2016

Aplicación del Real Decreto 1312/2007, de 5 de octubre, por el que se establece la acreditación nacional para el acceso a los cuerpos docentes universitarios (entró en vigor el 7 de octubre de 2007 – Disposición final 3ª -. En los primeros meses de 2008 tuvo lugar el despliegue del programa ACADEMIA de acuerdo con lo establecido en la Disposición final 2ª. Estuvo en vigor desde 2008 hasta 2016, ambos inclusive. Durante 2016 coincidió en su vigencia con el siguiente sistema de acreditación, en virtud de la Disposición transitoria única del Real Decreto 415/2015, de 29 de mayo): 1.825 resoluciones favorables (un 56%)

Datos del Informe citado supra (p. 41-42). En la Memoria ANECA 2016 (p. 29) se recopilan los datos anuales de todo este mismo periodo y el número total de evaluaciones favorables es de 1.794, pero el porcentaje sigue siendo el 56%. La disparidad no se comprende. No es una cuestión de fechas que pudiera explicar la inclusión de más evaluaciones favorables tras las correspondientes reclamaciones. La Memoria es de fecha 20/2/2017 y el Informe de 3/1/2017.

Algunos datos interesantes son:

  • La edad media del solicitante -sin diferenciar si la evaluación fue o no favorable- era de 52 años (Informe citado supra p. 23). La mayoría de las solicitudes corresponden a personas entre 46 y 60 años (para que el lector pueda juzgar a quien suscribe, diré que yo presenté mi acreditación con 43 años y fue favorable, atesorando 2 sexenios y uno vivo pendiente de solicitud al año siguiente). El bloque más numeroso es de 46 a 50 años, seguido de 51 a 55 (Informe citado supra (p. 38). Esto confirma que, efectivamente, para llegar a ser Catedrático había que haber dedicado cerca de 25 años a la vida académica;
  • La distribución por sexos de los solicitantes: 63% hombres y 37% mujeres (Informe citado supra (p. 32).;
  • La media de sexenios por solicitud fue de 2,2 (Informe citado supra (p. 26)

Años 2016-2023

Aplicación del Real Decreto 415/2015, de 29 de mayo, por el que se modifica el Real Decreto 1312/2007, de 5 de octubre, por el que se establece la acreditación nacional para el acceso a los cuerpos docentes universitarios. A los efectos de su entrada en vigor, la Disposición final 4ª se remite al Real Decreto 1112/2015, de 11 de diciembre, por el que se aprueba el Estatuto del Organismo Autónomo ANECA, que a su vez se remite al momento de la entrada en vigor de la Ley 48/2015, de 29 de octubre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2016 que incluyó el presupuesto del organismo autónomo ANECA. 312 resoluciones favorables en Derecho (64%) (Informe ANECA recién citado supra p. 48-50). Como ya se señaló con anterioridad, a partir de esta fecha ya hay datos desglosados para Derecho.

Nuevamente, algunos datos interesantes son los siguientes (datos sólo para el periodo 2016-2018):

  • La edad media del solicitante -con resolución favorable- en CSJ era de 46 años y en Derecho de 48 años (Informe citado supra (p. 67). Los datos desagregados de Derecho muestran que el bloque más numeroso de solicitantes seguía siendo el de personas entre 46 y 50 años, seguido ahora de aquellos que tenían entre 41 y 45 años (Informe citado supra (p. 43).
  • La distribución por sexos de los solicitantes fue la siguiente: 60% hombres y 40% mujeres en CSJ, pero en Derecho la distribución fue del 50% (Informe citado supra p. 34). El Informe resultados del programa de acreditación para el acceso a los cuerpos de profesorado universitario ACADEMIA 2022 afirma que la distribución por sexos de los solicitantes con evaluación favorable fue del 50% (46 mujeres y 47 hombres). Ese mismo informe, pero de la anualidad 2023, muestra los siguientes datos: 58% mujeres (44 mujeres y 32 hombres).
  • La media de número de sexenios por solicitud fue de 2,2 en CSJ y de 2,7 en Derecho (Informe citado supra p. 72).

Año 2024

Solamente están publicados los datos correspondientes al primer trimestre de 2024 desglosados por comisiones y distinguiendo el sexo del solicitante. Fuente https://www.aneca.es/-/evaluadas-1.367-solicitudes-de-profesorado-funcionario-en-el-primer-trimestre-de-2024-1

Aplicación del Real Decreto 678/2023, de 18 de julio, por el que se regula la acreditación estatal para el acceso a los cuerpos docentes universitarios y el régimen de los concursos de acceso a plazas de dichos cuerpos

Entró en vigor el día 7 de septiembre de 2023 (Disposición final 4ª) tras la aprobación de la Resolución de 14 de noviembre de 2023 que cumplió con la condición establecida en la Disposición adicional 1ª del Real Decreto 678/2023. Su operatividad comenzó a partir de 2024.

 30 resoluciones favorables (78%) en Derecho, de las cuales 9 en Derecho I (Derecho Público) (82%) -5 fueron mujeres- y 21 en Derecho II (Derecho Privado) (75%) -15 mujeres-.

Año Resoluciones favorables Porcentaje del total de solicitudes
2008 (primer régimen) 158 89%
2009 308 62%
2010 142 50%
2011 171 59%
2012 262 58%
2013 179 55%
2014 209 60%
2015 212 52%
2016 153 38%
Media porcentaje de resoluciones favorables: 58%
2016-2018 (segundo régimen) 22 47%
2019 42 58%
2020 24 51%
2021 55 75%
2022 93 80%
2023 76 75%
Media porcentaje de resoluciones favorables: 64%
2024 (tercer régimen) 30 78%

El análisis de estos datos permite obtener algunas conclusiones relevantes:

  • Una explicación del alto número de acreditaciones favorables en los años 2008 y 2009 quizás sea el efecto “tapón” generado por el extremadamente limitado sistema de habilitación nacional en vigor entre 2001 y 2007. Esto presupone que hubo muchos profesores con altas cualificaciones que no lograron ser habilitados, pero que contaban con méritos sobrados para obtener la acreditación de forma inmediata.
  • En el año 2016 cambió el sistema de acreditación. Fue el año con el número de resoluciones desfavorables más alto.Esto quizá se deba a que hubo bastantes solicitantes que se aventuraron a pedir la acreditación durante el periodo transitorio ante el desconocimiento acerca de cómo iba a funcionar el nuevo sistema.

Quien suscribe fue acreditado en la última Resolución que fue dictada bajo la aplicación de aquel régimen de acreditación -con 17 acreditaciones y 18 resoluciones negativas-.

  • En el periodo 2012-2018, las limitaciones establecidas a la aplicación de la tasa de reposición no parece que supusieran un desincentivo relevante para los solicitantes de acreditaciones. Hubo una bajada del número de solicitudes, pero luego se produjo una recuperación y se superaron las habidas en los años inmediatamente anteriores.
  • El cambio de sistema en 2016 se justificó, grosso modo, porque quería introducirse un sistema de acreditación basado más en la calidad que en la cantidad de méritos. En otras palabras, el nuevo régimen de acreditación iba a ser más exigente. Sin embargo, los datos muestran que, en los primeros años, los índices de resolución favorable fueron similares a los años anteriores y que luego crecieron progresivamente.

Hago este comentario porque no faltaron las críticas de quienes, habiendo sido acreditados por ese mismo sistema, posteriormente criticaban las acreditaciones que se otorgaban en los últimos años de vigencia del primer régimen de acreditación, como si fuera solamente una “cuestión de peso”. Algo muy español de “ver la paja en el ojo ajeno…” y de dar más valor a los méritos propios que a los de aquellos que vienen después.

  • Llama la atención que la edad media del solicitante que obtiene la acreditación haya bajado. Esto puede explicarse porque los profesores tendrían ya interiorizado qué tienen que hacer y cómo tienen que hacerlo para ir consiguiendo los méritos necesarios. Esto se ve muy bien sobre todo en los años 2021-2023 con niveles de resoluciones favorables muy altas. Según se fue consolidando la práctica del nuevo régimen, los solicitantes fueron “aprendiendo” y podría decirse que solamente presentaban su solicitud cuando creían tener una posibilidad de éxito alta. Los crecientes porcentajes de evaluaciones favorables pueden ser interpretados así, porque no creo que se puedan leer como el resultado de una menor exigencia.
  • Es muy interesante observar cómo progresivamente el número de acreditaciones obtenidas por mujeres va superando a las otorgadas a hombres.
  • Los resultados expuestos ponen de manifiesto que cada vez hay un mayor porcentaje de acreditaciones favorables. Esto tiene, como lógica consecuencia, el incremento de los funcionarios de universidad que son promovidos a la categoría más alta del PDI. Ese aumento no tiene que ver con la creación de nuevas universidades. Entre 1968 y 1998 se crearon 38 universidades públicas.

A comienzos del siglo XX había en España doce universidades: las “históricas” conservadas en 1845 -Barcelona, Granada, Madrid, Oviedo, Salamanca, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Valladolid y Zaragoza-, a las que luego se añadieron las universidades de La Laguna (1913) y de Murcia (1915).

Las Cátedras de esas universidades se cubrieron en buena medida con los Profesores Agregados entre 1970-1983 y luego con el sistema instaurado por la LRU que, hasta el vigente sistema, fue el más prolífico. En otras palabras, las nuevas Cátedras son la consecuencia del normal proceso de promoción de los funcionarios de carrera.

  • El derecho a la promoción de los funcionarios de carrera es previsto de forma general en el art. 16.1 del EBEP. En el marco del estatuto específico de las universidades, los arts. 3.2.j) y 71.2 de la LOSU establecen que la autonomía universitaria comprende la promoción del PDI, para lo cual las universidades deben establecer programas de promoción interna dotados presupuestariamente. En conclusión, la generalización de la figura del Catedrático supone la materialización de un derecho laboral.

Conozco el funcionamiento de estos sistemas en varias universidades y son muy dispares. Frente a las que apenas ponen requisitos y da la sensación de que tan pronto se obtiene la acreditación se saca a concurso la plaza, en otras se han establecido sistemas de concurrencia competitiva con criterios valorables en distintas facetas -investigación, transferencia, gestión- que obligan a los acreditados a someterse a una nueva evaluación.

  • No hace falta decir que obtener la acreditación sólo implica que se ostentan los méritos necesarios para, a continuación, poder concurrir a los concursos de acceso al cuerpo de Catedráticos de universidad. En otras palabras, tras 20 o 25 años de carrera académica, una persona que tiene entre 48 y 52 años logra su acreditación, pero luego tiene que esperar a que se convoquen los concursos de las plazas. Téngase en cuenta que, tras el periodo 2012-2018, el número de acreditados sin plaza en algunas universidades fue muy alto.

Quien suscribe tuvo que esperar 4 años para ser agraciado en el proceso de promoción interna de mi universidad. Tuve suerte porque hubo compañeros que esperaron 10 años.

  • Antes y ahora, además, se añade otro problema que tiene que ver con la situación financiera del sistema universitario en general y de algunas universidades españolas en particular.

El apartado I de la Exposición de Motivos de la LOSU afirma que: “El gasto público en educación universitaria se redujo en la segunda década del presente siglo el doble que el gasto general educativo y el triple que el gasto en educación no universitaria. En efecto, la desinversión en educación universitaria ha sido más acentuada y prolongada en el tiempo que en la educación no universitaria”. La LOSU establece como objetivo alcanzar un mínimo de financiación pública del 1 % del PIB.

Las dificultades para ofertar plazas han supuesto, de nuevo, un retraso adicional en la promoción de bastantes acreditados. En fin, el periplo de la Cátedra sólo comienza a los 48-52 años. Hoy en día es imposible que haya Catedráticos de treinta y tantos años, no es fácil que los haya con menos de 40-45 años y lo más habitual es que se logre la plaza a partir de los 50 y tantos años.

Pensemos que el acreditado suele atesorar una medida de 2,7 sexenios y que, salvo error por mi parte, la valoración máxima en la acreditación correspondiente a la sección de investigación se otorga automáticamente si se tienen 3 sexenios. Es decir, estamos hablando de unos 18 años de carrera académica, siempre y cuando no se hayan perdido algunos años al solicitar los sexenios, cosa que no es infrecuente.

La universidad pública española va convirtiéndose, poco a poco, en una universidad con cada vez más Catedráticos.

  • La modificación de la ratio de los Catedráticos en el periodo 2008-2021 es de +32,57%. Es la categoría que más ha crecido. El aumento del número de Catedráticos es una de las explicaciones del incremento del gasto per cápita de los RR.HH. en las universidades públicas.

Informes CRUE “La Universidad Española en Cifras 19/20 y 21/22” (p. 219 y 231, respectivamente): El último informe dice así: “En el colectivo del PDI, ha aumentado la presencia del Catedrático de Universidad (32,6%), del PDI Doctor (22,8%) y del PDI Contratado (10,3%), categorías profesionales con mayor cualificación académica y en régimen laboral que encarecen los salarios y las cuotas sociales con cargo al presupuesto universitario”.

  • Las mujeres representan un 43,7% del total de docentes, descendiendo hasta el 26,3% entre los Catedráticos

Ministerio de Universidades “Datos y cifras del sistema universitario español. Publicación 2023-2024” p. 137).

  • Todavía hay una diferencia muy alta en las ratios hombre/mujer entre los Catedráticos de mayor edad que, como luego se señalará, son la mayoría. Recordemos que el sistema de acreditación ha empezado a reducir las diferencias e, incluso, que en los últimos años las mujeres obtienen más acreditaciones que los hombres. De hecho, cáigase en la cuenta de que entre los Profesores Titulares el porcentaje es de un 42,2% de mujeres y un 57,8% hombres, (Informe citado supra p. 140), lo que induce a pensar que paulatinamente tanto el proceso natural de jubilaciones, como el creciente número de acreditaciones terminará por eliminar la brecha.
  • El número de funcionarios supone un 37,7% del total del PDI, aunque en el curso 2012-2013 representaba el 47,8% (Informe citado supra p. 137). Sin embargo, aunque el número de funcionarios sea menor, proporcionalmente el de Catedráticos aumenta de forma sostenida: pasa de 9.087 en 2008 (9,41% de todo el PDI) a 11.613 en 2019 (11,58%) y a 12.047 en 2021 (11,64%).

 Según datos del informe citado de la CRUE 21/22 (p. 203 y ss.). Los datos del Ministerio de Universidades “Datos y cifras del sistema universitario español” publicaciones 2022-2023 y 2023-2024 (p. 135 y ss. y 137 y ss., respectivamente) muestran que, en el curso 2020-2021, había 11.915 Catedráticos (28,5% del PDI funcionario); en particular, en CSJ había un 24,6% de Catedráticos de todo el PDI. Por su parte, en el curso 2021-2022 había 12.219 Catedráticos (29,4% del PDI funcionario) y, concretamente, en CSJ había un 25,1% de Catedráticos.

  • Lo anterior también explica que la edad media del PDI haya aumentado, y si en 2008 era de 50,1 años, en 2021 ya era de 55,8 años. En el curso 2021-2022, el 49,7% de los Catedráticos tenían más de 60 años y el 42,3% estaba entre 50 y 59 años.

Ministerio de Universidades “Datos y cifras del sistema universitario español. Publicación 2023-2024” (p. 137). Sobre este particular el Informe de la CRUE “La Universidad Española en Cifras 21/22” afirma lo siguiente (p. 210): “Las plantillas del PDI de las universidades públicas han envejecido 3,9 años, siendo el envejecimiento notablemente mayor en el profesorado funcionario (5,7 años) (…). La prolongada aplicación de la tasa cero de reposición ha afectado especialmente a las plantillas del PDI funcionario, reduciendo y envejeciendo su capacidad productiva con mayor intensidad, sin que pueda anotarse en este periodo rejuvenecimiento en ninguna de las 48 universidades (…). En el profesorado funcionario, la aplicación de dos acontecimientos, uno temporal, la tasa cero de reposición, y otro estructural, los requisitos curriculares para acceder a la categoría inferior de los dos contemplados en este régimen laboral, Titular de Universidad, han posibilitado que en el rango de edad menor de 30 años se haya pasado de 70 (0,14%) a 1 (0,002%) en 2008 y 2021, respectivamente. El grupo, que podría considerarse «profesor júnior» (menos de 40 años) se redujo en 5.735 efectivos, pasando de ser 12,7% al 1,8 %, mientras que el grupo considerado «profesor sénior» (más de 60 años) creció en 5.802 efectivos, pasando del 15,3 % al 32,9% del total del colectivo en 2008 y 2021, respectivamente”. Datos del Ministerio de Universidades “Datos y cifras del sistema universitario español” publicaciones 2022-2023 y 2023-2024 (p. 135 y ss. y 137 y ss., respectivamente).

  • El aumento en los colectivos de mayor cualificación profesional ha tenido como consecuencia la reducción de las plantillas del personal de menor cualificación y/o ha aumentado la presencia del profesorado con dedicación a tiempo parcial, caso del PDI Asociado, que ha crecido un 26,6%. CRUE “La Universidad Española en Cifras 21/22” (p. 231)El número de profesores Ayudantes aumenta poco en comparación con los Catedráticos: en 2008 había 4.016 Ayudantes (el 4,16% del PDI), en 2019 había 5.261 Ayudantes Doctor (5,24%) y 502 Ayudantes (0,50%) y en 2021 había 5.866 Ayudantes Doctor (5,67%) y 716 Ayudantes (0,69%) (Informe citado supra, p. 203 y ss.).

Consecuencias

Los datos avalan que, como indiqué al comienzo de estas reflexiones, se está produciendo un cambio en la conformación del PDI de las universidades públicas: cada vez hay más Catedráticos y menos ayudantes. El optimismo nunca se debe perder, por eso es bueno dejar constancia de la opinión de la CRUE:

“Desde una visión optimista de la programación estratégica, esta debilidad puede revertirse en fortaleza porque, en este mismo marco temporal, la dimensión masiva de las jubilaciones puede aumentar la calidad de las plantillas mediante el rejuvenecimiento, incorporaciones de calidad, y la estabilidad laboral, modalidad contractual” (CRUE “La Universidad Española en Cifras 21/22” (p. 211).

Pensemos en algunas consecuencias -que son más predicciones- derivadas de esta situación y hasta qué punto tenemos razones para ser optimistas:

  • Cada vez hay más profesores que han acreditado tener méritos y conocimientos muy importantes. Esto a priori debería repercutir en una mejor calidad de la docencia y de la investigación.
  • El acceso a la más alta categoría de los cuerpos de profesores de universidad sólo depende del trabajo de cada uno. Lógicamente siempre hay otras contingencias, pero yo diría que ahora todos sabemos qué debemos hacer para intentar llegar a ser Catedráticos, sin que entren en juego consideraciones más propias de otras épocas.

Cito al profesor Alfonso Santamaría Pastor (2013): La ciencia del Derecho Administrativo en España: una perspectiva histórica, A. Von Bogdandy y O. Mir (coords.), El Derecho Administrativo en el espacio jurídico europeo, Valencia: Tirant lo Blanch, cuando afirmaba que la escuela del profesor García de Enterría, la más importante del Derecho Administrativo en España, “… ha actuado normalmente como un bloque en muchos de los procedimientos selectivos para el acceso a la docencia profesional pública, habiendo sido acusado en ocasiones de (…) un abuso de posición dominante. No es, desde luego, el único grupo que existe, pero sí el más notorio, en cuanto reúne, probablemente, a más de la mitad de los docentes profesionales del Derecho Administrativo español” (p. 379).

  • La situación económica y laboral de cada vez más profesores es mejor. Si tenemos en cuenta las penurias que los profesores tenemos que pasar hasta llegar a ser PDI funcionario, tener un salario adecuado es un buen incentivo, aunque siga siendo uno de los más bajos entre los funcionarios del grupo A1.
  • Los datos muestran que los Catedráticos disminuyen su productividad en comparación con otras categorías del PDI. Esto se puede deber a la falta de incentivos -no hay complementos salariales o distinciones que retribuyan la excelencia-, a la edad -la edad media es alta y puede influir en el tiempo dedicado al trabajo-, a la relajación -ya no hay que rendir cuentas ante las acreditaciones y las promociones internas, ni en los concursos de plazas; incluso los sexenios pueden parecer superfluos para algunos- o a la dedicación a otros menesteres -más allá de la transferencia de conocimientos- que en muchos casos llevan a que los profesores pasen a dedicación parcial.
  • No parece que tener más Catedráticos haya influido, por el momento, en una mejor valoración de las universidades españolas. Según el ranking Shanghái (2023), España tiene sólo dos universidades entre las 201-300 mejores -UBA y Granada- y hay que pasar al rango 301-400 para encontrar otras dos -UAB y UAM. Quizás haya una relación inversa entre más Catedráticos y mejor docencia e investigación. Tal vez se deba, como ya se ha señalado, a que cuando llegamos a la Cátedra nos dedicamos más a otras cosas y/o porque disfrutamos de algunos privilegios -informales, pero también que han estado o están perfectamente formalizados, como los años sabáticos- que nos permiten dar menos clases.

Recuérdese que, hasta la entrada en vigor de la LOSU, estuvo en vigor la LOU de 2001, incluyendo la redacción dada por el Real Decreto-ley 14/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo, al art. 68 que regulaba el “Régimen de dedicación”. El precepto establecía una menor carga docente en función del número de sexenios concedidos, lo que, en buena lógica, favorecía a los profesores más antiguos.

  • Más Catedráticos y, consecuentemente, más gasto en este tipo de personal significa, según los datos, menos gasto en el recambio generacional. La inversión de la pirámide del personal PDI abre, como luego explicaré, muchas puertas a los jóvenes investigadores. Sin embargo, mi experiencia personal es, por el momento, bastante frustrante. Los jóvenes no ven una salida laboral en la universidad. Los pocos que sí tienen esa vocación deben tener un expediente muy bueno, lo que, en las condiciones actuales del alumnado es cada vez más difícil. Quienes han logrado un buen expediente, tienen que intentar optar a una beca o conseguir algún tipo de relación contractual que les permita vincularse con la universidad y tener ingresos mientras hacen sus tesis. En caso de tener suerte, las retribuciones son bajas y no pueden competir con lo que en un despacho de abogados se paga a un junior, de modo que, ante cualquier contratiempo en la estabilidad del investigador, la tentación de irse a ejercer profesionalmente es grande.
  • Con independencia de esta valoración, sí que creo, como decía antes, que la inversión de la pirámide abre muchas puertas a los jóvenes investigadores. En unos pocos años cientos de Catedráticos se van a jubilar. Es necesario un inmediato recambio de profesores. Por otro lado, una persona con vocación, trabajadora y, sobre todo, bien aconsejada, sabrá desde muy pronto qué tiene que hacer para ganar méritos de calidad. Además, la mayor facilidad que la juventud suele tener con las nuevas tecnologías les puede ayudar mucho para gestionar acreditaciones, sexenios, becas, proyectos, etc. Es decir, a diferencia de quienes tuvimos que aprender a manejarnos sobre la marcha, quizás ellos lo tengan algo más fácil.
  • Como el número de jóvenes con esa vocación es, como ya he dicho, reducido, es muy probable que tengan que compartir su ambiente de trabajo con un creciente número de profesores asociados o sustitutos que cubran los huecos de docencia que pueda reclamar una plantilla de personal permanente menguante. En consecuencia, los profesores jóvenes van a compartir su vida académica con muchas personas que no van a competir por una plaza de PDI funcionario porque son profesionales que dan clases por motivaciones diversas, pero que generalmente no tienen nada que ver con querer dedicarse a la carrera académica. Si mi predicción es correcta, esto significa que la categoría de Catedrático se “adelgazará” considerablemente a medio plazo; habrá un recambio sostenido durante algún tiempo, pues todavía hay un número importante de Profesores Titulares que irán accediendo a la Cátedra, pero, probablemente, en 15 o 20 años, comenzará una reducción constante y sostenida.

Quizás el mensaje no sea del todo optimista, pero sí que debemos transmitir a los más jóvenes que la necesidad de recambio generacional quizás les abra una carrera académica más expedita, y esto, por qué no, podría inducirles a quedarse en la universidad. Tal vez, los becarios de hoy sean los “nuevos maestros” del futuro cerrando así el círculo: el “recurso escaso” del presente volverá a ser un “recurso escaso” en el futuro.