Por Alessandro De Chiara, Idoia Elizalde, Ester Manna y Adrian Segura-Moreiras

 

La llegada de los vehículos completamente autónomos revolucionará nuestra sociedad. Los hábitos de los conductores cambiarán drásticamente. Así uno podrá llegar a su destino mientras lee, chatea o juega videojuegos. Los efectos también repercutirán en el desarrollo empresarial, sobre todo sobre las empresas automovilísticas y las aseguradoras. Cabe aquí preguntarnos si esta revolución tecnológica también requerirá un replanteamiento del marco legal vigente de la responsabilidad por accidentes de tráfico, dado que, al menos inicialmente, esta no fue concebida para un mundo en el que circulen vehículos sin conductor. Aunque los vehículos autónomos reducirán su frecuencia, los accidentes seguirán ocurriendo.

Para estar preparados para este futuro no tan lejano, en nuestro artículo, Car accidents in the age of robots examinamos el diseño de la responsabilidad por accidentes de tráfico cuando los autos totalmente autónomos comiencen a estar disponibles y coexistan con vehículos tradicionales conducidos por humanos. Ante ese escenario, un diseño eficiente de las normas de responsabilidad debería tener en cuenta su impacto en las inversiones en I+D+I de los fabricantes para mejorar la seguridad de los vehículos autónomos y en la adopción o no por parte de los particulares de vehículos autónomos. Y llegamos a la conclusión de que imponer la responsabilidad objetiva tanto a los conductores humanos como a los fabricantes de automóviles totalmente autónomos es preferible a someter a uno o ambos grupos a una regla de responsabilidad por negligencia.

Si bien todas estas reglas pueden diseñarse para garantizar que se despliegan niveles de precaución eficientes, la responsabilidad objetiva permite a los fabricantes de automóviles autónomos obtener plenamente los beneficios de sus inversiones en I+D+I (inversiones que minimizan la probabilidad de un accidente). Imponer una responsabilidad sólo por negligencia daría como resultado que el ritmo de difusión de los vehículos autónomos sería ineficientemente lento lo que, a su vez, dados los menores beneficios esperados, inducirían una inversión insuficiente en esta tecnología.

Para entender por qué esto es así, es clave considerar los incentivos de los conductores humanos para comprar vehículos sin conductor bajo las dos reglas alternativas. Así, solo bajo responsabilidad objetiva, un conductor humano tendría en cuenta la posibilidad de evitar daños como consecuencia de un accidente de tráfico. Por el contrario, según la regla de responsabilidad por negligencia, los conductores humanos no tienen que pagar daños y perjuicios por accidentes de tráfico si han desplegado el nivel de diligencia requerida al conducir. Por lo tanto, según esta regla, un conductor humano podría comprar un automóvil autónomo con la única finalidad de ahorrarse el coste de desplegar la diligencia debida (sin tener en cuenta otros beneficios o costes relacionados con la compra de un automóvil autónomo, que sería el mismo en diferentes regímenes legales).

Adicionalmente a la regla de responsabilidad, también presentamos una propuesta destinada a disciplinar los incentivos de uso de esta clase de vehículos. Los conductores de automóviles totalmente autónomos se inclinarían a ignorar el efecto que el uso de su automóvil tiene en los costes de precaución y responsabilidad de los fabricantes. Como resultado, utilizarían excesivamente sus vehículos sin conductor. Para inducir niveles de actividad eficientes, se debería exigir a los conductores que realizara un pago a un tercero (por ejemplo, el gobierno local) cuando su vehículo autónomo provocara un accidente. Es importante destacar que dicho pago no exoneraría al fabricante de la responsabilidad por los accidentes que se pudieran producir.

La intuición detrás del artículo es que imponer reglas más estrictas de responsabilidad a los usuarios de tecnologías tradicionales y menos seguras (es decir, pasar de la negligencia a la responsabilidad objetiva para los conductores humanos) puede ser deseable para favorecer la adopción y estimular la inversión en sustitutos novedosos y superiores y que esta opción es preferible a la de imponer un estándar más flexible a los fabricantes de vehículos autónomos, ya que podría reducir su incentivo para invertir en la mejora de la seguridad de los vehículos.


Foto: JJBOSE